Políticas internacionales, migración y gobernanza.
Resumen
La intensidad de los flujos migratorios transfronterizos pone a descampado el papel del Estado respecto al ejercicio y los fines de la política. Es lugar común considerar que, en razón de su naturaleza, el Estado está obligado-y es parte de la razón misma de su existencia-; a abrigar los intereses de los ciudadanos naturales dentro de sus territorios y eso significa, entre otras cosas, el resguardo de las fronteras para evitar el ingreso o incorporación de población extranjera.
El Estado salvaguarda "el nosotros" de la nación, en tanto comunidad, de los "otros", lo que vienen de otra nación, los migrantes. Lo que no es muy usual, es reconocer que el orden de la inmigración y con el su corolario, la inmigración están ligados intrínsecamente al orden nacional y, por lo tanto, revelan su composición política. Una de las paradojas de la globalización, la liberación de los mercados y al mismo tiempo la nacionalización de la política, encubre que es este nuevo orden mundial el gran generador de la intensa movilidad poblacional migrantes, refugiados, solicitantes de asilo, migrantes en tránsito que a través de la inflexibilidad de las políticas migratorias desaloja sistemáticamente la migración del campo de lo político, lo que significa quedar por fuera de los marcos normativos de los estados de tránsito y destino y, con ello, excluidos del derecho más elemental de tener acceso a la legitimidad para la sobreviviencia.
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