Estudio de los efectos del uso de refrigerantes sustitutos en el ciclo de refrigeración por compresión de vapor.
Abstract
En 1928 químicos de General Motors obtuvieron con éxito las fórmulas del refrigerante 12 (diclorodifluorometano), como un refrigerante barato, seguro, no flamable y no tóxico. Años después, en 1940 como resultado de algunos experimentos, esta empresa asociada con la Dupont, comercializaron el primer clorofluorcarbonado (CFC), provocando con esta acción la producción masiva de
refrigeradores domésticos e industriales.
Actualmente los refrigerantes más populares son el R-12 y el R-22 que alcanzan el 80 % de la producción mundial que es un millón de toneladas anuales. Tan solo en Estado Unidos los refrigerantes CFC, tienen 500 usos diferentes en 375 mil compañías, como por ejemplo en la obtención de productos y servicios, principalmente en el área de refrigeración y en muchas otras como son medicina, electrónica, artículos de uso cotidiano y elaboración de aislantes térmicos. Sin embargo, a pesar de la importancia de estos refrigerantes, se ha descubierto que son dañinos al medio ambiente porque alteran la composición de la estratosfera creando un desequilibrio, que poco a poco reduce las cantidades naturales de ozono. Esto se produce porque los refrigerantes CFC alcanzan la capa de ozono, entonces, la energía de los rayos ultravioletas rompe sus moléculas, liberando átomos de cloro que son fuertemente atraídos hacia uno de los 3 átomos de oxígeno del ozono y al reaccionar, se obtienen oxígeno y oxido de cloro.
Este efecto es importante, ya que la función que desempeña la capa de ozono es la protección contra los rayos ultravioletas, y la destrucción de esta permite que estos rayos lleguen directamente hasta el suelo en mayor proporción provocando daños a la salud como puede ser la producción de cáncer en la piel.
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